He abordado el backswing desde la carga con la parte de arriba, intentando llevar el brazo izquierdo estirado, quebrando bien las muñecas y girando el torso.
He comprobado que cuando cargo el swing, además de lo anterior, si muevo la cadera acercándola al objetivo (primer punto de buen jugador) consigo dar los golpes con los que llevo tanto tiempo soñando.
El swing es un movimiento de precisión donde cada pieza hace su trabajo. En los inicios del aprendizaje, necesitamos no movernos tanto para recuperar con facilidad la posición de impacto. En estos momentos, estoy preparada para dar más rotación a la cadera y de que las otras piezas del engranaje sigan en su sitio.
También, me he dado cuenta de la importancia de empezar las sesiones de prácticas haciendo swings con brazos relajados y palos cortos, girando en los dos sentidos.
No es cuestión de hacer distancia, ya que con el pitch o el hierro 9, las bolas llegan a distancias de un wedge muy abierto. Voy buscando, relax, cambio de peso y giro del cuerpo sin restricciones.
Aquí desde clases de Golf de Valencia, nos dicen cómo sería el ejercicio.
Una buena explicación del movimiento de caderas durante el swing nos la da Daniel Parrón en el siguiente vídeo.
Y para los senior o con golfistas más rígidos, se puede mover mover la rodilla izquierda, incluso el talón para conseguir realizar un backswing completo.
En casa, Daniel propone usar una pared para entrenar las caderas.
Para ver una y otra vez, os dejo con Ana Peláez (modelo de la portada). Observad la cremallera de su pantalón que rota para dar la espalda a la bandera 😉
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